La Trilogía Consagratoria

 

En la carrera de Charly García, hay un disco que es una mezcla de lo más experimental para los años 80 y en el rock en español, viene siendo el tercer disco de su carrera como solista, considerado como el hermano y el opuesto de su antecesor “Clics Modernos”, el disco no solo tiene elementos de New wave, pop, rock, ciertos elementos del country y elementos del Jazz rock que son muy discretos, el disco en cuestión se llama “Piano Bar”, un nombre que dice bien cuál es la experiencia y cómo se siente escuchar este disco en cualquier situación.

Era el año 1984, una vez más de manera casi inmediata, Charly García sacó un disco un año después de haber lanzado uno. Este disco plantea la nueva idea de estar en un país y ambiente más tranquilo y democrático, uno con los estragos y consecuencias tras los problemas y desapariciones que se derivaron de la dictadura, también juega mucho con la idea de sentirse en un bar, platicando, recordando y como malamente hacen algunos, “ahogar las penas”, pero siempre con aires juveniles y con pensamientos e ideas repletas de nostalgia.

Una vez más Charly García, contó con su increíble banda que le ayudaría a encarnar todo su material, una vez más contaba con un Fito Páez que ya tenía más experiencia en la música, un firme grupo GIT, por esto es que a este disco también se le conoce como la trilogía consagratoria. Fabiana Cantilo teniendo participaciones minúsculas, pero no pasan por desapercibidas en los temas, también aparecían personas que no estaban dedicados a la música, esto con el propósito de ser las voces del pueblo en su disco.

El disco tiene temas increíbles que destacan por su género y técnicas empleadas, en este disco ninguna canción se parece ni se superan, todas cambian enormemente, los temas más populares son “Demoliendo Hoteles”, “Promesas sobre el bidet” y “Cerca de la revolución”, el primer tema una canción que nos introduce a la sensación que García quería retratar, en este tema, se habla del final de Videla como dictador, los chicos que pegaban carteles de personas desaparecidas y también exploraba de las anécdotas de Charly García en hoteles, pues se sabía que no era un huésped muy tranquilo en donde fuera que se parara.

A lo largo del disco pasaron cosas que se podrían llamar como detalles y fallos técnicos, empezando por la portada, se tienen dos portadas diferentes en todos sus formatos, pero el más conocido es donde se aprecia un Charly García apunto de cantar promesas sobre el bidet, (este tema es icónico pues se trataba de la primera balada de amor de Charly García como solista), y la otra se trata de los nombres de los temas y sus letras respectivamente, el tema “No se va a llamar mi amor” no se llamaría así originalmente, se iba a llamar “Mi amor”, pero como se encontraba ya una canción registrada con dicho nombre, Charly la cambió no solo de nombre, también de letra por lo que había sucedido.  

Un dato más a resaltar es que sus últimos dos temas son el cierre perfecto para este disco, “Total interferencia” es el penúltimo de la lista, este tema fue escrito por Luis Alberto Spinetta, se lo dio a Charly para que lo incluyera como un regalo y no como material discográfico (el tema por sí solo demuestra que esa filosofía y letras correspondían a otro genio con un toque de otro genio), el último tema era “Canción para mi muerte”, el primer éxito de Charly García cuando pertenecía a Sui Generis, el mensaje era claro, no olvidaba sus principios, pero no se quedaba bancado en ese mismo estilo.

La trilogía consagratoria o Piano Bar, ambos nombres están bien para este álbum, este material, aunque es de Charly García, es innegable que sin la contribución y estilo de GIT y de Fito Páez, no sería lo mismo en lo absoluto. En este álbum se probó que artistas opuestos a un género podían hacer un trabajo magnífico, y además de esto, esta parte en la carrera artística de aquellos artistas, fue y es la parte que destaca también en sus vidas, pues para haber sido elegidos por Charly García no era solo porque supieran tocar instrumentos, era porque García amaba la nueva música que llegaba y la incluía en sus canciones, un ídolo que reconoce a otros.    



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